27/12/16

“El humor es un pensamiento lateral”... es una respuesta a la hostilidad del medio ambiente que te ataca... el ministro que dice: “me pusieron, pero yo no sé nada de esto”

“Reír para no llorar” puede ser la consigna de estos tiempos políticos donde el humor deviene un antídoto espiritual que hace más soportable la existencia. “Antes se cantaba ‘Cristina, Cristina, Cristina corazón. Acá tenés los pibes para la liberación’. Ahora le cantan ‘Mauricio, Mauricio, Mauricio corazón. Acá tenés familia para la licitación (…). Antes la Patria era el otro. Ahora la patria es de otros”. 

El fragmento pertenece a Pasan cosas raras. Humor en la era de Macri (Colihue), primer libro de Adrián Stoppelman, humorista en el programa radial “La mañana” de Víctor Hugo Morales y libretista de programas icónicos de la televisión argentina como La noticia rebelde, Juana y sus hermanas y Peor es nada, entre otros.

 “La producción humorística del año fue muy fértil, pasaron tantas cosas que no pensé que las iba a publicar. Pero después me di cuenta de que tenía un montón de material que era como el racconto del año, como si el libro lo hubiera escrito un historiador o un periodista serio, pero tomado con humor, que es la única forma de sobrellevar este año de Macri”, cuenta Stoppelman a PáginaI12.

–¿Hay algo de lo que no pueda reírse de este gobierno?

–No me reiría de las desgracias personales de nadie. Yo no hago humor con las desgracias personales, creo que ese sería mi límite. Por más que sea alguien del gobierno de Macri, de un gobierno que no me gusta, la desgracia personal no entra.

–¿El tema de los desaparecidos, la negación de los 30 mil que empezó con el ex ministro de Cultura de la ciudad, Darío Lopérfido, es otro límite?

–Yo no voy a hacer una columna sobre Lopérfido, lo voy a poner a Lopérfido cuando no lo esperes. No me parece que se pueda hacer humor con los desaparecidos, aunque hay gente que lo hizo. 

En lo personal no lo podría hacer porque soy redactor y curador del museo de la ex ESMA, una faceta que no es humorística; es un trabajo muy duro contar todo lo que pasó ahí adentro. No tiene gracia lo que dijo Lopérfido para ser tratado como tema humorístico. No le veo la gracia porque no creo que la tenga. 

Hay temas que no tienen gracia, como lo explico en el prólogo. No tienen gracia por dos razones: porque son muy oscuros o porque es tan absurdo todo que cómo lo superás. ¿Cómo superás lo que dice (Marcos) Peña, que el pensamiento crítico hace mal y lo mejor es ser optimista? ¿Cómo superas eso desde el humor? (risas).

–¿La realidad se está volviendo cada vez más absurda?

–Ese es un tema; hay algo muy difícil de vencer que es el cinismo. Podés tratar algo con sarcasmo o con ironía, pero no hay chistes sobre cínicos porque es algo muy difícil de superar. La estupidez y el cinismo son invencibles para el humor.

–¿La situación política actual le permite hacer más humor en comparación con el gobierno anterior?


–Sí. El humor es una respuesta a la hostilidad del medio ambiente que te ataca; por eso en los velorios se cuentan chistes, porque es un lugar hostil, está el muerto ahí; la gente cuenta chistes para sentirse mejor. Cuanto peor es el gobierno, cuanto peor son las cosas que nos hace a los ciudadanos, uno se desata más desde el humor. Pero además dan letra.

–¿En qué dan más letra?

–En la brutalidad, en la ignorancia, en las confesiones que hacen, como el ministro que dice: “me pusieron, pero yo no sé nada de esto”. Me lo imagino al rabino (Sergio) Bergman teniendo que dar explicaciones de algo que no sabe nada. Ya que le digan rabino me molesta, como si por ser rabino hablara con Dios y mejorara el aire o el medio ambiente, ¡qué tiene que ver! 

El tipo está a cargo de algo que no tiene la más remota idea; es un ignorante a cargo de un área en donde se le quema Cariló y no sabe qué hacer, o le sacan el presupuesto y pide rezar. En un país “normal”, como piden ellos, hace rato que no está más en el gabinete este señor. El presidente lo primero que hizo al llegar a la casa de gobierno fue hacer una limpieza energética y le tocó la galera al mago sin dientes… Si el mago sin dientes es tu referente cultural...

–Parece un chiste


–Pero no lo es. ¿Cómo hacés contra todo esto? El humor es sorprender y cada día cuesta más sorprender. ¿De qué se va a sorprender la gente después de mirar un noticiero? Al lado de Cristina, el poder de oratoria de Macri no es ni un tuit. Nos cambiaron la película –por más que te guste o no te guste, ni siquiera estoy evaluando eso– y de tener una presidenta que podía hablar horas tipo Fidel (Castro) o (Hugo) Chávez, tenemos un presidente que por contraste es gracioso y le cuesta hablar.

–¿El gabinete en su conjunto le está “robando” trabajo a los humoristas?

–Robando están, pero no a los humoristas (risas). Nos están dificultando la tarea. En el prólogo del libro digo que los chistes no se hacen solos. Hoy yo tengo que competir con una inteligencia colectiva de millones de personas que en Twitter y en Facebook dicen cosas muy graciosas. Si alguno de esos chistes se viralizan mucho, aunque probablemente haya pensado lo mismo del chiste, ya no lo puedo decir y tengo que buscar otro camino. 

Las redes sociales no son mi enemigo, pero me complican el trabajo porque a ningún humorista, por una cuestión de amor propio, le gustaría que le digan que el chiste que hizo estaba en Internet. Me ha pasado con humoristas amigos que tarde o temprano decimos lo mismo. A veces es inevitable pensar lo mismo, la forma del humor es un pensamiento lateral: algunos agarran por un camino y doblan. Podemos ser muchos los que doblamos por ahí. 

El humorista que trabaja en un medio masivo, que tiene una responsabilidad con el público, no puede andar levantando chistes de Internet porque queda muy mal. Muchas veces me pasa de levantarme a la mañana y decir: “¡por favor, que Rudy no haya hecho el mismo chiste!”. Hay que tratar de no ser obvio para ser distinto.

–Siempre aparece la pregunta por cuánto sentido del humor tienen quienes ocupan posiciones de poder. ¿Macri tiene sentido del humor?

–Casi ningún poder tiene sentido del humor. La diferencia es que algunos se lo bancan más y otros se lo bancan menos. El rey en términos de que no le importaba nada es (Carlos) Menem. A Menem no le importaba absolutamente nada lo que dijeran.

Macri honestamente lo veo tan poco todo o tan nada, tan superficial, como a todos los CEOs: son medio brutos, pocos lectores y te das cuenta en cómo se expresan. Macri creo que tiene un sentido del humor porteño canchero que cuando lo quiso poner en práctica fue un fiasco porque le hizo chistes a (Vladímir) Putin y a los chinos y no le causó gracia a nadie. El porteño canchero no le causa gracia a nadie."                (

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