21/12/09

La chapuza del 'narcosubmarino'


"Fue el encargo de un cartel que quería ensayar en España el último invento de los traficantes colombianos de cocaína para blindar sus envíos a EE UU y Europa. Pese al meticuloso plan, todo el trabajo de ingeniería naval que asumieron los narcos gallegos se convirtió en un estrepitoso fracaso y un timo para sus socios suramericanos que financiaron el invento. (...)

Desde Vigo, el operativo lo coordinaba Jesús Iglesias Fernández, que era informado puntualmente de la construcción del submarino por Manuel Clemente Grova, El Ingeniero. Grova, de 56 años, había diseñado el submarino en una nave anexa a su domicilio, en Gondomar. Ésta sería pilotada por un solo ocupante, Juan Carlos González Filloy, de 45 años, gallego afincado en Tarragona. En su periplo, el artefacto iría acompañado por un velero que sería tripulado por José Manuel González Rodríguez, El Mecánico. Los constantes traslados del batiscafo, siempre en Galicia, hicieron sospechar a la policía que empezó a controlar las reuniones del grupo." (El País, ed. Galicia, Galicia, 16/12/2009, p. 4)

"Al atardecer del 12 de agosto de 2006, partía del Club de Yates de Baiona el velero Nadir III al encuentro del submarino que en esos momentos abandonaba las instalaciones del astillero Industrias Navales A Xunqueira de Moaña para ser botado por segunda vez. Apenas había iniciado su singladura cuando el piloto del sumergible, Juan Carlos González Filloy, detectó anomalías mecánicas que le hicieron temer por su seguridad. Sólo un tubo que asomaba a la superficie le proporcionaba oxígeno al tripulante y los instrumentos de navegación no estaban debidamente señalizados. Preso del pánico, desembarcó.

Viendo la que se le venía encima, Manuel Clemente, El Ingeniero, decidió abandonar el batiscafo en medio de la ría de Vigo, simulando su aprehensión por la policía. Su objetivo era forzar a los colombianos a que hicieran el transporte de la droga en el velero. A las 9 de la mañana del día siguiente, la policía localizó el submarino con los motores encendidos entre la playa de Liméns y las islas Cíes, con 4.650 litros de combustible a bordo.

La cafetería del Hotel Occidental de Sevilla fue el escenario de la última reunión en la que los colombianos exigieron la devolución del dinero a los gallegos por la chapuza que habían construido. Para saldar la deuda, Francisco Omil y Clemente Grova organizaron en noviembre de 2006 una operación de tráfico de hachís pero la Policía se adelantó. Sólo se libró de la detención el colombiano Ángel David Ríos Vargas, el único que logró huir." (El País, ed. Galicia, Galicia, 16/12/2009, p. 4)

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