5/8/20

Puigdemont publica un libro presuntamente esclarecedor y tardan un día en llamarle mentiroso. No se lo dice un cualquiera, sino Urkullu... ahora no le queda otra opción que pasar el libro a las listas de ficción o, mejor aún, en los estantes de cuentos infantiles. O de autoayuda

"No lo he explicado hasta ahora porque soy de natural modesto, pero hace ya quince días que estoy en el exilio en la cala de Montgó, y es desde esta penosa pero patriótica situación que escribo estas columnas.

 Mi candidatura a presidir la IDEA (Internacional De los Exiliados Atípicos) topa con los obstáculos previsibles: el Vivales pone más cara dura, calidad que el jurado valora por delante de otra. El hombre publica un libro presuntamente esclarecedor y tardan un día en llamrle mentiroso. No se lo dice un cualquiera, sino Urkullu, que podía haber esperado menos que el prófugo vendiera unas docenas de libros, ahora no le queda otra opción que pasar el libro a las listas de ficción o, mejor aún, en los estantes de cuentos infantiles. O de autoayuda.

 He contratado una rumana que me hace las tareas de limpieza de mi Casa de la República, que un exiliado como tal no se puede ensuciar las manos en tareas domésticas. A la buena señora lo he rebautizado como Matamala. Como no habla catalán pero tiene ligeras nociones de castellano, de entrada no se tomaba bien el apodo.

 - Matamala, paso la escoba por la terraza, que hay arena de la playa -le decía yo, con la seriedad con que un exiliado trata los subalternos para demostrar que es alguien.

Cada vez que así la llamaba, se giraba como si la insultara -a saber qué entendería la buena mujer-, así que tuve que cambiarle ligeramente el tratamiento.

 - Senadora, encima del televisor hay polvo -y esto le hace gracia, no hay como regalar un cargo a los criados para que se sientan importantes y te juren fidelidad eterna.

Que esté exiliado no significa que esté desconectado de la realidad. Mientras la senadora hace los aseos, tengo tiempo de leer la prensa, es así que me he enterado de que el tercer grado de los presos llacistes ha durado menos que las bragas de satén en una recién casada.

La táctica de hacer una tournée por todos los medios de comunicación, advirtiendo en tono de pinchar que eran reincidentes en potencia, ha fracasado por culpa de los jueces, más preocupados de hacer cumplir el Código Penal que valorar como merece tal ejercicio de sinceridad. También es cierto que esta sinceridad provocó que los ciudadanos que en 2017 se sintieron maltratados y vejados se quedaran con la misma cara que una víctima de violación al ver al agresor en libertad y amenazando con volver a demostrarle su amor.

 La decisión judicial ha pillado los revolucionarios de vacaciones y así no hay manera de movilizarse para protestar. Si incluso en las guerras más cruentas hay treguas navideñas, lógico sería que el proceso, teniendo en cuenta las servidumbres de sus protagonistas con las segundas residencias y los viajes de placer, tuviera tregua de Navidad, de Semana Santa y de verano , naturalmente esto aparte de todos los puentes -a concretar al inicio de cada ejercicio-, y las fiestas patronales de cada población. Quedarían anualmente una treintena de días hábiles para revoluciones, que España debería respetar escrupulosamente si no quiere ser tachada de estado fascista.

 A falta de acuerdo, en lugar de protestas debemos ver como Rufián escribe bajo una foto de Junqueras que «no hay cárceles suficientes para este gigante». Haría bien Rufián preocupándose de su línea, antes de mofarse así de la del pobre Junqueras.

Sin más por hoy, me despido de ustedes, que tengo tareas urgentes a atender.

- Senadora, hay hormigas en la cocina."                   (Albert Soler, Diari de Girona, 30/07/20)

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